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La llegada del apocalipsis zombi, un elemento dotado de mucho significado en nuestra cultura

Portada > Cultura > Los zombis están aquí

Los zombis están aquí

Oct 09 2014 · 0 comments · Cultura

The Walking Dead, la novela gráfica. E l apocalipsis zombi ya está aquí. Al menos desde un punto de vista simbólico. El zombi parece salir del underground –literalmente-, de las capas más profundas y ocultas a la superficie y a la esfera más visible de nuestra cultura para convertirse en un símbolo de nuestro tiempo.

La imagen del zombi tiene una fuerte carga simbólica que se mueve muchas veces en el terreno de la metáfora. Representa un vehículo para sacar a la luz multitud de ansiedades y temores presentes en nuestra cultura a los que no tenemos muchas formas de enfrentarnos. Veamos el fenómeno del zombi bajo estos tres aspectos:

  • Una rica creación de entretenimiento en torno al zombi
  • La cultura del zombi
  • El mito del zombie

Para empezar me gustaría exponer una idea que está en el eje de este artículo y que es una de las claves para entender lo que intento contar aquí: «los zombis somos nosotros». Bajo mi punto de vista el zombi no trata de expresar nuestra relación con la muerte sino con nosotros mismos. Lo interesante del zombi es verse reflejado en el zombi. Escuchar al zombi es escucharnos a nosotros mismos. Esta es la motivación principal de este artículo.

Producción de entretenimiento

En la actualidad hay una superproducción de entretenimiento relacionado con el zombi que aglutina una gran audiencia en diferentes soportes: literatura, cine, televisión, cómic…

Sólo por mencionar algunos ejemplos:

Muchos consideran «de culto» la adaptación televisiva de la novela gráfica The Walking Dead, que consigue aglutinar a millones de seguidores frente a las pantallas de medio mundo. La serie televisiva, por su parte, puso en marcha la maquinaria de la producción de ficción y se publicaron libros y otros productos bajo la franquicia, como este «The walking dead: El Gobernador.»

Los no muertos (Undead) utiliza como disculpa una lluvia de meteoritos cuyo contenido radioactivo provoca que la población de una pequeña población estadounidense se convierta en caníbal, lo que desata la guerra con los no infectados.

O esta obra tan rotunda dentro del género, «Guerra Mundial Z», en la que Max Brooks reúne una serie de «testimonios» sobre la guerra mundial contra los zombi: los primeros casos, los planes ocultos de actuación, postguerra… Este libro nos ayuda a entender cómo funciona un zombi y cómo podemos combatirlo —o cómo otros lo combatieron.

Más cercano a nosotros, podemos mencionar la obra de Sergi Llauger, «Diario de un Zombi» que utiliza la ciudad de Barcelona como escenario post—apocalíptico en el que un zombi parece mantener su conciencia humana mientras vaga por las calles de la ciudad.

Añadimos a la lista «Los Caminantes», de Carlos Sisí, en esta ocasión ambientada en una apocalíptica Málaga, invadida por los muertos vivientes en la que los supervivientes se enfrentan a los dramas más profundos del alma y la condición humana.

Los smartphones no son ajenos a esta superproducción zombi y podemos encontrar multitud de aplicaciones, comenzando por la adaptación de la franquicia que ha llevado el género a tan altos niveles de popularidad, Walking Dead: The Game. O esta otra, en la que te puedes zombificar en apenas un toque de pantalla: ZombieBooth: 3D Zombifier. Por no mencionar el popular Zombie Tsunami, en el que te puedes comer a tus amigos. ¡Ese es uno de sus argumentos de venta!

No solo se producen obras de ficción en diversos soportes sino que también se comercializan bienes de consumo relacionados con el zombi. ¿Alguien podría pensar que esta propuesta comercial tiene sentido: Zombie Industries?

El zombi está en el ojo del huracán de la industria del ocio, la creación de ficción y entretenimiento, y eso se refleja en una riquísima producción de contenidos en todos los soportes posibles, de la que solo hemos mencionado algunos pequeños ejemplos.

Cultura del zombi: figuras y significados

Pero, ¿por qué el zombi goza de este momento de esplendor? ¿Acaso debemos enfrentarnos a una serie de miedos, tensiones o desajustes en el epicentro de nuestra civilización que debemos resolver a través de la creación de este tipo de corrientes culturales?

Danzas de la muerte, ¿precursoras del fenómeno zombi?

Se me ocurre relacionar el zombi con la figura de las «danzas macabras» o «danzas de la muerte» de la baja edad media, donde los vivos y los muertos aparecen en el mismo nivel. «Danza General de la Muerte», un poema anónimo del siglo XV, puede ser un buen ejemplo de este tipo de composiciones artísticas.
Este tipo de representaciones vendrían a simbolizar la fragilidad de la condición humana que nada puede hacer contra la inevitabilidad de un destino fatal. Todos somos iguales ante una muerte que nos rodea y nadie logra escapar de ella. Claro, la peste negra tiene mucho que ver con la generación de contenidos con este carácter oscuro y tenebroso.

Estas danzas macabras podrían constituir un precursor primitivo del actual fenómeno zombi. Al menos parece que ambas imágenes ocupan posiciones análogas en nuestra cultura y la cultura tardomedieval, con la diferencia de que en las representaciones antiguas la muerte es más real —la muerte del individuo— mientras que en la actualidad expresa un carácter más metafórico —pues, en principio, la seguridad física está más o menos garantizada en nuestras sociedades por diferentes mecanismos.

El éxito de este tipo de imágenes apocalípticas podría inducirnos a pensar que no tenemos confianza en el futuro y volvemos la vista a un pasado oscuro y terrorífico. En este sentido el zombi podría subrayar la muerte de la idea de progreso que hasta no hace mucho tiempo ocupaba una de las posiciones nucleares en nuestra cultura. Según esto nuestra civilización podría expresar a través de este mito la ansiedad de no saber qué dirección tomar en adelante. Como si, inconscientemente nuestra cultura occidental nos estuviera diciendo: «muy bien, hasta aquí hemos llegado. A partir de ahora os quedáis solos».

Una cultura sin una idea de hacia dónde avanza —la mayor de las ansiedades colectivas— es una cultura a merced de los intereses más espurios, cortoplacistas y carentes de toda voluntad de trascendencia. Sin una trayectoria no hay valor y sin valor reinan las tinieblas. En este sentido la lucha contra el zombi es la lucha por la pervivencia de los valores humanos frente al progresivo desmantelamiento del sistema de relaciones, cada vez más mediatizado, fraccionado, vigilado…

Aquí subyace el miedo a la pérdida de la civilización. El grado en el que nada de lo que hemos construido tiene ya ningún sentido. Todo nuestro sistema de valores reducido a cenizas, incluso por debajo de los cimientos y sin esperanza de reconstrucción.

Hay otra idea que me surge cuando pienso la capacidad simbólica del zombi. La idea abstracta y ansiógena de que no somos dueños de nuestro destino —tanto a nivel individual como colectivo— podría estar presente en el auge del zombi como fenómeno cultural. Estamos en manos de fuerzas que no podemos controlar —económico–financieras, políticas, ideológicas, morales…— y que nos amordazan. Seamos o no seamos conscientes de ello vivimos en un mundo en el que gana terreno la alienación. No sólo en el sentido tradicional marxista, sino también en un sentido más amplio: tenemos poca libertad para decidir qué hacer con nuestras vidas si nos comparamos, por ejemplo, con cualquier persona que haya vivido durante el medievo. [Esta idea no es mía. Lamentablemente soy incapaz de recordar la fuente. Me propongo investigar sobre esta idea que me parece tan interesante].

Los zombis avanzan generalmente en grupo, pero no se relacionan entre ellos. Esta característica me hace pensar que en el seno de la cultura del zombi yace una expresión de la ansiedad colectiva por la deshumanización de las relaciones entre las personas. A pesar de que cada vez estamos más conectados —en un sentido tecnológico— cada vez estamos más desconectados —en un sentido relacional o psicológico. Lo cierto es que cuantas más herramientas tenemos para comunicarnos menos tenemos que decirnos. El metro a hora punta: ¿una horda de caminantes dirigiéndose en masa a deglutir sus rutinas diarias sin sentido?

En el fondo del proceso de disolución de las relaciones humanas subyace el miedo a la pérdida de la individualidad. Cuando seamos masa ingente, no relacionados sino yuxtapuestos, aglutinados… ¿qué podremos hacer? Nada, en realidad. Ya no tendremos voz sino un simple y monótono grito sordo. Para todos el mismo. ¿Qué significado tendrá ese «aaaaahhhhh» que acompañará nuestro eterno y sin sentido vagar? No lo sé, pero creo que hay algo de «¿cómo hemos llegado hasta aquí?» en el discurso monofónico zombi.

Si bien el zombi expresa la ansiedad por la perspectiva de la pérdida de la civilización, también simboliza el advenimiento de sus subproductos, principalmente la perversión de la naturaleza. El zombi es un no–muerto, lo que no le convierte en vivo. No está sujeto a la ley principal de la naturaleza que dice que algo está vivo o inerte. No hay término medio. No podemos escapar a esa ley fundamental ni nosotros, ni el resto de los seres vivos o inertes.

El zombi, sin embargo, representa una perversión de este principio universal y se sitúa en un lugar intermedio. Ya no pertenece ni a la naturaleza ni a la civilización. Ni siquiera está en el límite. Simplemente pervierte este sistema de clasificación por el cual o estás en un lugar o estás en otro.

Si la civilización está fuera de la naturaleza, ¿dónde está? ¿Hemos pasado de dominar la naturaleza a trascenderla? ¿Hemos pretendido ascender hasta los cielos, a sentarnos junto a los dioses que nos contemplan, pero nos hemos quedado a mitad de camino, en tierra de nadie, ni animales —sometidos a las leyes naturales— ni divinos —ajenos al devenir?

El mito del zombi

El zombi funciona como un mito. En artículos anteriores ya mencioné la cuestión del mito en la actualidad. Sin necesidad de aportar una definición rigurosa o académica quiero aclarar que mito no es sinónimo de “mentira” o de “explicación fantasiosa o pre–científica” de un hecho. El mito no surge en ausencia de la ciencia ni la ciencia sustituye al mito. Son dos realidades que conforman nuestra cultura, con muchos más puntos de contacto de los que podríamos pensar en un primer momento.

El zombi es un mito en el más puro sentido del término. Reúne una serie de condiciones que le sitúan en un lugar estratégico y especialmente significativo.

  • En primer lugar, porque es una narración que dice mucho sobre nosotros mismos o sobre la forma en que entendemos el mundo: tiene una función identitaria. El mito del zombi juega un importante papel en la construcción de nuestra identidad. Aquello que tememos nos define, así que elige bien tus miedos.
  • En segundo lugar, el mito es una narración ampliamente compartida por los integrantes de la cultura. Todas las personas la conocen y reconocemos de una manera más o menos implícita que lo que nos transmite es importante. Compartir la atracción y la admiración hacia el zombi genera una especie de cota cero de los psicología colectiva
  • En tercer lugar, el mito apela a capas de la cultura próximas a los cimientos. El mito del zombi es más que un entretenimiento. Nos causa admiración. Nos enfrenta simbólicamente con las tinieblas y ansiedades que emanan de las cañerías de nuestra sociedad. Nos hace preguntarnos si estamos vivos o si somos… zombis.

Nunca hemos visto un zombi en la realidad pero todos tenemos una idea muy clara de cómo sería su aspecto, cuál su comportamiento, lo que persigue, lo que quiere de nosotros… Para alcanzar este nivel de difusión ha sido necesario utilizar muchos de los recursos que colectivamente poseemos para compartir historias (ficción, medios de comunicación, producción de entretenimiento, etc.) y ponerlos al servicio de la instauración de este mito.

En el fondo el mito es un ejemplo de transmedia storytelling. Una sola narración contada a través de una multitud de canales cada uno de los cuales colabora de una manera particular con la construcción de esta narración. El mito del zombi se ha construido de esta forma, mediante narraciones parciales que han ido sumando: películas, novelas, series de televisión, imaginario colectivo… han ido creando un universo de significados interrelacionados que son útiles a nuestra cultura para expresar miedos y ansiedades colectivas.

Este experimento me parece muy interesante. ¿Cómo reaccionarían los ciudadanos ante la presencia de zombis realizando tareas cotidianas en las calles? La verdad es que se integran bastante bien, al menos en Nueva York:

El zombi y el ébola: a modo de epílogo

Mientras ultimo el texto de este artículo surge la preocupante noticia de la infección de un miembro del personal sanitario por el virus del ébola en el hospital de Alcorcón. La idea de una pandemia asolando el continente europeo nos trae el recuerdo de la peste negra que hace unos cinco siglos se llevó un elevado porcentaje de la población de nuestro continente, dando lugar a muchas de las imágenes y figuras artísticas y culturales que hemos comentado en este artículo.

La ficción cinematográfica ya ha jugado en muchas ocasiones con la idea de una pandemia que amenaza la continuidad de la especia humana. El ébola ahora es real, no es ficticio. Está aquí y es peligroso, mucho más que aquella amenaza «de entrenamiento» que fue la gripe A.

Aún no sabemos que alcance podrá conocer la difusión del virus entre la población. Espero que dentro de una semana nadie recuerde este episodio, pero la posibilidad de que nos encontremos ante un problema de salud pública transnacional y de grandes dimensiones me hace pensar de qué forma podría afectar al mito del zombi —además de producirme un auténtico pavor, por supuesto.

Marco Fernández

Sobre mí

"El mundo es muy complicado: necesitamos filosofía para entenderlo. La filosofía es muy complicada: necesitamos marketing para explicarla." Trabajando para integrar la cultura como un factor determinante para el marketing y la gestión de marcas.   Marco Fernández

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Tags: cultura, mito, significados, storytelling, transmedia, transmedia storytelling, zombi.

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